domingo, 24 de abril de 2022

Guerra entre culturas


Foto de James Ranieri en Pexels

Las diversas culturas del mundo y algunas de sus enseñanzas para los momentos de crisis contemporánea. No como un hecho que vaya a cambiar nuestra forma de vida, pero si como un hecho que puede cambiar nuestra manera de ser humanos. 
Algunas cosas a tener en cuenta es que la multicuturalidad busca más que apropiarse de los conocimientos de otras culturas, enriquecerse de ellos para mejorar la cultura propia y aportar desde su visión de mundo a mejorar las otras. No hay nada más asombroso que salir de su propia cultura y darse cuenta al llegar a otro sitio lo mucho que nos parecemos y la tanto que nos diferenciamos. Al fin y al cabo, cada vez estamos más conectados con otros seres humanos a través de las pantallas. Además, todos tenemos el mismo lenguaje de las emociones.
Al respecto, resulta demasiado involucionado el hecho demostrado en la reciente guerra en el año 2022 entre dos países fronterizos como Ucrania y Rusia. En donde primó la prepotencia de sus líderes y la falta de discusiones argumentadas entre dos partes dispuestas a aceptar y considerar las diferencias de opinión de sus iguales. Dado que en ningún momento estuvieron dispuestos a ceder sobre los puntos claves del problema. 
Rusia para que Ucrania no hiciese parte de la OTAN. Ucrania para actuar desde su soberanía y hacer parte de la OTAN. Cualquiera con un mínimo de conocimientos sabe que las anteriores diferencias de opinión entre estos países son solo la punta del iceberg de otros problemas más profundos. Asimismo, hay que reconocer que hubo fuerzas externas, países incentivando y acrecentando el problema.
Los resultados catastróficos de esta contienda resultan descabellados... Despedazados, destrozados y muertos. Pues la palabra no alcanzó a llegar a los oídos de aquellos que toman las decisiones. Pues los organismos creados con el fin de evitar guerras, las siguen permitiendo ya sea por su incapacidad operativa o porque no son totalmente independientes de quienes los crearon. Lo peor es que esto ha sido así siempre, la única diferencia de esta guerra a las otras es su amplia cobertura mundial, pues "ahora los que están muriendo son blancos, rubios y de ojos azules", y no está pasando "en el África o en países del tercer mundo, sino en Europa". ¿Había acaso otra manera de describir mejor el asunto que como la han hecho los periodistas modernos? 
Seguramente no, ellos transmiten el sentimiento de muchos de los "suyos". Entendiendo por ello que también hay "otros" que si mueren es menos grave. ¿Por qué? Pues la biología no les dio, seguramente, una genética "desteñida".
Sinceramente, como sociedades seguimos tropezando en obstáculos que parecían superados. Ahora más que nunca vemos que nada ha cambiado. La violencia sigue y seguirá, porque todavía estamos anclados en las categorías de nación, en las categorías de hombre y mujer, en las de profesional o no profesional, rico o pobre, blanco o negro, amarillo o rojo. Seguiremos andando aquel laberinto. Como ratas que experimentan con su propio dolor y con su propia sangre.

viernes, 14 de enero de 2022

Luz

 

Foto de Flash Dantz en Pexels

Una triste luciérnaga llevaba en sus dos manos una luz cuya cera formaba estalactitas, mientras iban cayendo sus gotas en el mundo como gotas de lluvia que bajan del océano blanco que forman unas nubes. El viento que era fuerte, sagaz y pendenciero, incontrolable y loco, bailando a sus antojos por los polos opuestos de un mundo sin contornos quiso apagar el fuego que cubrieron las manos de una triste luciérnaga. Sintió rencor del viento, pues ella no hizo nada y él quiso en su locura desvanecer la esencia que en sus manos llevaba, quiso apagar el fuego, apagar su camino, dejarla en el mutismo, en el silencio, en nada. Continuó su camino la luciérnaga triste. Pensaba en retornar y luego dijo ¿adónde? ¿De qué? ¿Para qué? Habrá nuevos caminos que nadie habrá tocado, nuevos labios, nuevas manos, nuevos atardeceres vistos desde un corral, el balcón de una casa, el fin de una montaña, el fondo de una playa. Cuántos sueños que tengo, ya los soñó otra imagen, ya los vivió otro cuerpo. No hay manual en el mundo, ni tiempo, ni el esfuerzo de entender esta vida, por ejemplo, el tiempo es tan oscuro. Luego pasó un segundo, vino a su corazón un hondo espacio en el que reposó, sin menudeo, la melancolía, se sentó ahí como si le perteneciera esa parte del ser. De pronto, sin matices duermen todas las cosas, hay forasteros y niños y descuidos y un pedazo de roca. Ignora la luciérnaga triste que atrás quedan sus pasos, atrás inalcanzables, atrás inamovibles, también incontrolables. Enfrente está lo nuevo y lo alumbra una luz que lleva en sus dos manos. Una luz que protegió del viento, una luz que no llega al pasado. Y mientras caminaba una triste luciérnaga, el mar se hizo una nube, blanca y volátil nube que aquella triste quiso dejar atrás. Pero las nubes crecen y crecen, se preparan. Llega la lluvia, alegre para el enamorado, triste para el triste. Llegan las gotas de agua, hijas de las nubes, sin fines ni destinos fijados, caerán para regar las plantas, inundar el pantano, darle alivio al sediento. Ahí van las gotas, caen y caen… sin rumbos fijos, dando vida a los ríos, poder a las corrientes; y arrastrando a su paso lo que les da la gana. Lluvia, entraste en donde nadie te quiso ver jamás y mojaste lo que no debía mojarse. Apagaste su fuego, entraste en sus dos manos. La luciérnaga triste quedó decepcionada. No pudieron cubrir la luz esas dos manos, y la triste luciérnaga sintió en su corazón, un pesar, una afrenta y un poco de dolor. La luz que la alumbraba, que le daba el camino a la bella luciérnaga se convirtió en abismo, se convirtió en la nada. No te vayas mi luz… Llegó la oscuridad, y una sombra estaba en el camino de la triste luciérnaga que en el mundo vagaba, entre sombras y noche. Sola con su voz que le hablaba, sin saber que querer, sin saber lo que amaba, sola la luciérnaga triste se conoció en secreto, su voz la acompañaba. La noche era tranquila, a veces fría y helada, mas su voz la calmaba. Quiso a su voz por vez primera. Quiso la voz que amaba. Y recordó quien era, recordó que a su vez otros la amaban. Recordó que ella es luz, una muy fuerte que ni el viento ni la lluvia la apagan. Entonces la luciérnaga encendió la luz que habita en ella.

Literatura

Poemas el día más...

 El día más triste de mi vida fue cuando se murió mi perro, fue el día que falleció mi nono, que murió mi tía, el día que operarían a mamá, ...