viernes, 14 de enero de 2022

Luz

 

Foto de Flash Dantz en Pexels

Una triste luciérnaga llevaba en sus dos manos una luz cuya cera formaba estalactitas, mientras iban cayendo sus gotas en el mundo como gotas de lluvia que bajan del océano blanco que forman unas nubes. El viento que era fuerte, sagaz y pendenciero, incontrolable y loco, bailando a sus antojos por los polos opuestos de un mundo sin contornos quiso apagar el fuego que cubrieron las manos de una triste luciérnaga. Sintió rencor del viento, pues ella no hizo nada y él quiso en su locura desvanecer la esencia que en sus manos llevaba, quiso apagar el fuego, apagar su camino, dejarla en el mutismo, en el silencio, en nada. Continuó su camino la luciérnaga triste. Pensaba en retornar y luego dijo ¿adónde? ¿De qué? ¿Para qué? Habrá nuevos caminos que nadie habrá tocado, nuevos labios, nuevas manos, nuevos atardeceres vistos desde un corral, el balcón de una casa, el fin de una montaña, el fondo de una playa. Cuántos sueños que tengo, ya los soñó otra imagen, ya los vivió otro cuerpo. No hay manual en el mundo, ni tiempo, ni el esfuerzo de entender esta vida, por ejemplo, el tiempo es tan oscuro. Luego pasó un segundo, vino a su corazón un hondo espacio en el que reposó, sin menudeo, la melancolía, se sentó ahí como si le perteneciera esa parte del ser. De pronto, sin matices duermen todas las cosas, hay forasteros y niños y descuidos y un pedazo de roca. Ignora la luciérnaga triste que atrás quedan sus pasos, atrás inalcanzables, atrás inamovibles, también incontrolables. Enfrente está lo nuevo y lo alumbra una luz que lleva en sus dos manos. Una luz que protegió del viento, una luz que no llega al pasado. Y mientras caminaba una triste luciérnaga, el mar se hizo una nube, blanca y volátil nube que aquella triste quiso dejar atrás. Pero las nubes crecen y crecen, se preparan. Llega la lluvia, alegre para el enamorado, triste para el triste. Llegan las gotas de agua, hijas de las nubes, sin fines ni destinos fijados, caerán para regar las plantas, inundar el pantano, darle alivio al sediento. Ahí van las gotas, caen y caen… sin rumbos fijos, dando vida a los ríos, poder a las corrientes; y arrastrando a su paso lo que les da la gana. Lluvia, entraste en donde nadie te quiso ver jamás y mojaste lo que no debía mojarse. Apagaste su fuego, entraste en sus dos manos. La luciérnaga triste quedó decepcionada. No pudieron cubrir la luz esas dos manos, y la triste luciérnaga sintió en su corazón, un pesar, una afrenta y un poco de dolor. La luz que la alumbraba, que le daba el camino a la bella luciérnaga se convirtió en abismo, se convirtió en la nada. No te vayas mi luz… Llegó la oscuridad, y una sombra estaba en el camino de la triste luciérnaga que en el mundo vagaba, entre sombras y noche. Sola con su voz que le hablaba, sin saber que querer, sin saber lo que amaba, sola la luciérnaga triste se conoció en secreto, su voz la acompañaba. La noche era tranquila, a veces fría y helada, mas su voz la calmaba. Quiso a su voz por vez primera. Quiso la voz que amaba. Y recordó quien era, recordó que a su vez otros la amaban. Recordó que ella es luz, una muy fuerte que ni el viento ni la lluvia la apagan. Entonces la luciérnaga encendió la luz que habita en ella.

Literatura

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